viernes, 15 de julio de 2011

En la Villa...

Ya eran las dos de la mañana increíblemente no podía dormir, cosa muy rara. Yo me duermo en diez minutos, y duermo toda la noche. Pero esa noche no pude.

Me puse a ver por la ventana

Miraba los techos de las casas. Todas iguales.


Pensaba en la casa de los Martínez. Esta no tenia plantas en el patio. No de verdad por lo menos. Era una casa perfectamente pintada de color blanco invierno en su segundo piso y de color magenta brillante en el ladrillo del primer piso.

El menor de los hijos era mandado en las mañanas a barrer la vereda. Lo hacia de mala gana, por supuesto. Luego salen todos de la casa. Y la perfecta morada quedaba solitaria todo el día. La perfecta casa, y ninguno de los Martínez la disfrutaban. La pintura comenzó a descascararse.



Luego me acorde de la casa de la Sra. Sofía, que estaba llena de plantas. Ni siquiera de flores, como a mi me gustan, si no que de cactus, plantas verdes de hojas grandes, hierbas, etc. Pensaba en cuanto las cuidaba. Las regaba todos los días, limpiaba el polvo de las hojas con un paño húmedo.

Sus hijos, Francisco y Hugo, no pasaban mucho tiempo con ella. Salían en la mañana y no volvían hasta entrada la noche, cuando ella ya no los esperaba. Un día empezó a deteriorarse el jardín, comenzó a crecer lo que se llama “mala hierba”. Obviamente esta siempre crecía como en cualquier jardín, pero la señora Sofía jamás dejaba que esta echara a perder su jardín. Pero dejo de preocuparse.

Su jardín lleno de plantas tan bien cuidadas, el patio más verde del vecindario. Solo se convirtió en un pedazo de tierra lleno de maleza.



Luego me fije en el techo que tenia en frente de mi casa. Ahí vivía una familia que no tenía muchas comodidades, yo creía que eran medios Hippies. Les gustaba el folclor. El padre arreglaba guitarras y hacia flautas, su señora lo ayudaba en ese trabajo. Tenían dos hijas. Nunca pintaron la casa, a diferencia de los Martínez. Se les veía entrar y salir todo el día de la casa.

Una tía que vivió con ellos durante un tiempo, fue la única de esa casa que tenía un temperamento odioso. Criticaba a todo el mundo. También vivió con ellos un primo como de 13 años, (no se si tenia algún parentesco con la pesada tía), que tenia a todas las niñas del pasaje enamoradas de el. El solo encontró bonita a una.

Un día el padre de la casa se fue. Después de eso las vecinas les contaron a los demás vecinos, que se había ido con su amante. Se le vio una vez después de eso. Nunca más.


La señora que vendía berlinés en un carrito, subió los precios,

En la villa cinco chicas quedaron embarazadas siendo muy jóvenes. Un muchacho también fue padre.

Ocurrió un asesinato por delincuencia. El hijo de la vecina Marta.

Una familia de la esquina cocinaba en la parrilla todos los fines de semana. Las malas lenguas decían que era por que no tenían gas.

Dos familias se mudaron a mejores lugares.

Una vecina de edad, de quien no se supo mucho, murió.

Abrieron 2 nuevos basares en el pasaje. Uno cerro al poco tiempo.

Los días transcurrían tediosamente, haciendo que algunos vecinos pelearan por, incluso, la basura. Las cosas cambian con rapidez. Pero algo que no cambio nunca, fueron los niños jugando a la pelota en el pasaje, cayéndoseles la pelota siempre en la misma casa. Donde había un perro. Y nadie se las devolvía. Así siempre terminaba la tarde.

Me di cuenta al final, no todos los techos eran iguales,

En uno… había un gato.

1 comentario:

M dijo...

Me dio mucha, mucha pena con la señora Sofía.